Hablemos de la muerte

Nacer es empezar a morir; la muerte es el destino de todo ser vivo. Es lo único que sabemos con certeza que nos ocurrirá algún día. El resto de nuestra vida es una incógnita que se va desvelando a medida que ocurre, en el transcurrir de los días.

Sin embargo, es el tema más tabú de nuestra sociedad occidental. Parece que hablar de la muerte es un mal presagio, que la vamos a atraer antes de hora si lo hacemos, que es de mal gusto, macabro. No es una cuestión de gustos. La muerte, simplemente, ES. Forma parte de la vida, va incluida en el abono que adquirimos al nacer. Es la otra cara de la moneda de la vida. Una no existiría sin la otra.

A lo largo de nuestra vida experimentamos cambios, algunos voluntarios, como casarnos, tener hijos, cambiar de casa o de trabajo, de país, de pareja. Otros son involuntarios: nacer, crecer, envejecer, un divorcio no deseado, la pérdida de un ser querido.

Todos ellos suponen un tipo de pérdida, una forma de morir a algo para renacer a otra cosa diferente, fases del proceso de vida que suponen dejar atrás una etapa para iniciar una nueva, readaptándose a la nueva situación.

Comentarios

Desesperada ha dicho que…
en los momentos difíciles de mi vida me ha llamado algo la atención: soy de duelos tremebundos, llantos explosivos... pero en todo momento estoy pensando: tranquila, esto es lo peor, mañana será mejor. y, efectivamente, al día siguiente es mejor. y en mucho menos tiempo que el resto de la gente, mis heridas están, no cerradas, pero sí bastante cicatrizadas. he llegado a pensar que soy insensible, pero, al contrario, soy tremendamente apasionada, no sé. quizá esta forma de enfrentarme a los cambios sea la mía: lanzarlos al fondo de la mente...
Ana H.H. ha dicho que…
Desesperada: de entrada te quiero agradecer tus comentarios aquí. Me encanta que lo hagas. Y bueno...ahora me pongo en plan profesional (más seria..jeje):
por lo que dices tienes un carácter emocional y te cuesta poco expresar las emociones. Paradójicamente, las personas emocionales superan los duelos más fácilmente que las que no lo son pues conectan con el dolor y la tristeza en vez de bloquearlos como hacen otras personas. El bloqueo puede resultar en un duelo patológico, ya que las heridas no llegan a cicatrizar. La única manera de curar las heridas es abriéndolas y limpiándolas de forma regular, a base de lágrimas. Hay un libro que se llama "Déjame llorar" que trata sobre la necesidad de conectar con el dolor y llorar para superar un duelo. la mente suele distraernos de las emociones e impide esa conexión.
Besos
Desesperada ha dicho que…
ah, pues creo que me has definido perfectamente. soy bastante empática, puedo llorar con un amigo por un problema suyo, y cuando me he enfrentado a situaciones difíciles doy rienda suelta al dolor... y se me cura antes que al resto. gracias, ana!

me encanta este blog!
Viguetana ha dicho que…
Hola Ana,

acabo de descubrir este otro blog tuyo más profesional.
Y voy a pasarme a menudo, ya que me gustan tus "tendencias", jeje!
:-)
Creo (a pesar de no conocernos personalmente) que soy bastante como Desesperada. A mí siempre me ha sorprendido que tanto familiares como amigos me describan siempre como "muy valiente y decidida". ¡Yo he llegado a sentirme tan acojonada y tan muerta de miedo a veces! Pero luego ocurre ese "clic mental" en el que me digo a mí misma: Bueno, Ester, venga, que tú puedes con esto y con mucho más".
Un beso.
Ana H.H. ha dicho que…
Hola Ester, me alegro de que hayas descubierto mi rincón profesional.
El miedo es una emoción natural en el ser humano y no sólo eso, sino que en muchas ocasiones es necesario. El problema no es el miedo, sino el miedo al miedo o todo lo contrario, la no consciencia del miedo. Por lo que dices, tú tienes coraje, ya que reconoces el miedo y no por ello te paras.
"El miedo es la brújula que indica el camino a seguir", ya que donde hay miedo, hay algo por descubrir. Los cambios suelen dar miedo.
Besos
Viguetana ha dicho que…
¡¡Ajá!! Será eso, pues. Reconocer que tienes miedo y asumirlo.
:-)
Petons, Ana.
Anónimo ha dicho que…
La muerte no es más que nuestro reloj particular. Yo creo que tememos a la muerte, del mismo modo que tememos a la vejez porque es la que nos indica que no hemos realizado todo aquello que SOMOS. Cuando estás inmerso de lleno en tu propia obra no temes a la muerte.

Los cambios producidos en la vida de cada uno de nosotros son pequeñas alertas que nos avisan de que el tiempo es oro...

Nosotros construimos nuestra vida alrededor de cosas AUTENTICAS y cosas FALSAS. Las AUTENTICAS siempre nos acompañan, y las falsas, se derrumban a nuestros pies al pasar del tiempo creando el síndrome de la ZONA 0. Nos encontramos solos frente a todo, con la desasosegada sensación de tener que empezar a construir de nuevo. Lo mejor de todo es que, la mayoría de las veces, sabemos cuando construimos sobre una base sólida o sobre una que se tambalea.

La MUERTE es nuestro juez, y la VIDA nuestro abogado defensor
Ana H.H. ha dicho que…
gracias por tu comentario Jordi, muy acertado!!!

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