Los duelos del día a día (2)

En mi experiencia personal estoy pasando por un momento de despedidas, cierres y por lo tanto, duelos.

Como ya he comentado en anteriores ocasiones, el duelo es algo que ocurre a cada instante, tan sencillo como que acaba un día que no volveremos a vivir, una noche irrepetible, una relación que cambia, un trabajo que termina o una persona a la que, de repente, vemos en toda su realidad, lejos de ilusiones y adornos que nosotros mismos le hemos puesto.

Abandono mi trabajo de trabajadora social, dejo mi labor con los ancianos en la residencia geriátrica para dedicarme en cuerpo y alma a las terapias y a los cursos. Ha sido una decisión difícil, dolorosa. Me gusta este trabajo, estudié trabajo social ya de mayor, fue una apuesta y ahora decido dejarlo.

La tristeza y la alegría se combinan al mismo tiempo. Tristeza por dejar de ver a mis abuelitos, a mis compañeras de trabajo, el ambiente y el lugar, por renunciar a lo que tanto me costó, estudiar una carrera mientras trabajaba y sacaba adelante a mis hijos.

Alegría porque voy a dedicarme a lo que creo que es mi verdadera vocación, lo que yo quiero con todo mi ser, lo que me hace disfrutar y sentirme viva, de lo que aprendo y crezco día a día.

Cuanta más información tenemos de una situación, circunstancia o persona, con más acierto decidiremos qué queremos en nuestra vida. Información real, lejos de ilusiones e idealizaciones.

Duelo también es darnos cuenta de la realidad renunciando a lo que nos gustaría y no es.
Me hubiera gustado que en mi trabajo de trabajadora social me pagaran lo suficiente para poder quedarme, que me hubieran tenido más en cuenta, que hubieran percibido mi labor como suficientemente importante como para ofrecerme un contrato que me hubiera hecho quedarme. La realidad es que las circunstancias hacen imposible que así sea. Por eso me voy.....y eso duele.

A menudo nos encontramos con personas que nos gustan, con las que nos sentimos bien e idealizamos la relación, creyendo que somos más importantes para el otro de lo que realmente somos, adornando al otro con atributos que lo hacen más cercano a nuestro ideal.
Tocar de pies al suelo y darnos cuenta de lo que hay en realidad es doloroso.

Sólo desde esa realidad, desde lo obvio, podemos decidir qué queremos de verdad. Tras la tristeza de la pérdida de lo ilusorio llegará la alegría de lo real. Quizás antes pasemos por un período de vacío, el vacío fértil que nos llevará a la plenitud.


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